viernes, 20 de agosto de 2010

Luna eterna
Nonpalidece debutó como acto central en el mítico estadio Luna Park con entradas agotadas. Con un extenso show de tres horas y media, continuaron presentando su último disco “El fuego en nosotros”.
Fotos por: Fernando Fernández

Desde 1996, la banda liderada por Néstor Ramljak (voz) viene dando pasos firmes en su carrera; por eso, cuando comentan que no viven en términos de éxitos no es una frase armada para la ocasión ya que trabajaron seriamente para lograr este reconocimiento. Después de tantos festivales y shows propios hoy se han convertido en uno de los principales referentes de la escena reggae local. Y este nuevo paso sería el más importante de su carrera.

Estaban todos

Cuando se abrieron las puertas del estadio, el público comenzó a colmar las instalaciones del Luna en forma paulatina pero intensa. El clima primaveral ayudaba a que esta fecha tan especial tenga el contexto ideal para un show del género. Entre los presentes, se podía observar gente de la vieja y de la nueva guardia, curiosos, invitados y prensa.

Pasadas la 21.40 se apagaron las luces del estadio, lo que derivó en el griterío y la euforia habitual de sus fanáticos hasta el momento en que los músicos salieron a escena. Una vez que se acomodaron en sus lugares, la larguísima fiesta daría inicio. Como para que el público entrara en calor rápidamente, la banda le regaló un medley instrumental de sus canciones más populares como introducción.

Con la salida de Néstor y la ovación correspondiente, le pegaron “Cierran”, de su disco debut “Dread al control” (2000), a la que le siguieron “Tu recompensa” y “En el aire”. Si bien la banda sonó compacta desde el inicio, el audio hacia al exterior terminó de perfeccionarse en “El ciclo de tu vida”. A partir de ahí, todos los instrumentos se percibieron claramente.

A los Nonpalidece se los notaba felices por esta actualidad y por el momento que estaban viviendo. Sus caras y gestos trasmitían esa alegría, que se multiplicaban cuando tocaban las coreables “Dame luz” y “Danger man”. Como era de esperar, su cantante fue el más expresivo y quién tuvo más cerca a sus fans. Por ejemplo, su latiguillo “se siente el reggae” lo utilizaba cuando la masa bajaba su intensidad.

Los shows permanentes por el Gran Buenos Aires, por las distintas provincias y las visitas a Costa Rica, Puerto Rico, México y Panamá, le dan una solidez impresionante a la banda. En cada acorde y en cada canción se deja entrever esta seguridad musical. A su vez, el público se garantiza un espectáculo de nivel internacional.

“Siempre fui muy fana de su banda y una de las personas que más me influenciaron”, dijoNéstor sobre Ricardo Tapia, de La Mississippi, un amigo habitual del grupo. Puso su voz y su carisma en “Abre tus ojos”. Otro invitado fue César Sandí, de Costa Rica, en percusión para “Nuevo día” y“Reggae en el universo”. Para esta última, la banda zapó durante 25 minutos mientras su vocalista presentaba a cada uno de sus músicos.

Desde otro lugar

Tras cinco minutos de relax llegó el período acústico e intimista de la noche, en donde los invitados tuvieron una participación central. Luis Alfa, en percusión (Resistencia Suburbana), Sergio Colombo, en voz y saxo (El Natty Combo) y Darío Alturria, en voz (Kameleba) y su amigos brasileros Rogerio Kuplich y Marzo Couto (están de gira con la banda), le pusieron todo su color y características personales.

Primero pasó la bella “Love Song”, con Colombo en un rol fundamental, luego “Mr. Musik”, con Darío y sus cualidades vocales, y para continuar,“Libre al fin”, con los solos pasionales de Rogerio. Las butacas, ubicadas en forma de ronda, le daban el clima necesario a este hermoso momento. El cierre fue con un tema de Marzo, “Lua”, con esos aires tan típicos de las tierras cariocas.

Después de este cálido momento, volvió la banda en su plenitud para despacharse con las últimas melodías de la noche. A pesar del largo espectáculo, el público estaba más festivo que nunca, especialmente cuando sonaban clásicos como “Nuestras ideas”, “Tu presencia” y “Para donde corres”. Néstor les daba el lugar necesario para que cantaran a capella y se sientan una parte importante de este suceso.

También interactuó con su gente haciéndolos mover de un lado a otro al ritmo de un puro ska. Con todo el estadio encendido se despidieron con su himno más emblemático, “La flor”, que el público extrajo para ser su caballito de batalla con el “Dale, dale, Nonpa…”. Con Marzo en voz cerraron la velada con una parte de I don't wanna wait in vain for your love”, de Bob Marley.

Por lo general, cuando una banda llega a un punto máximo en su carrera, tiende a relajarse y a vivir de las mieles del éxito. Esto puede derivar en caminos pantanosos de complejo retorno, aunque si logran sortear ese obstáculo el futuro será tan o más auspicioso que el actual. Por el trabajo continuo y la seriedad que demostraron durante estos años, los Nonpalidece difícilmente caigan en ese círculo maligno.

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