miércoles, 7 de julio de 2010

REY DAVID

En Bet'lejem, en Yehudá, vivió una vez un ser noble y respetado, cuyo nombre era Ishai. Tenía ocho hijos inteligentes y talentosos, el más joven de los cuales era David. David era muy modesto y cuidaba los rebaños de su padre.En su corazón ardía un amor radiante por D-s y por Su pueblo, el cual expresó en los Salmos y al tocar la lira.También sintió un profundo amor por sus ovejas y por cada criatura viviente. Siempre que sacaba a sus rebaños a pastar, conducía a las ovejitas entre los pastos más nuevos, frescos y tiernos, porque todavía no tenían dientes. Cuando éstas habían mordisqueado las delicadas puntas del pasto, él llevaba allí a las ovejas más viejas y a las vacas cuyos dientes eran viejos y débiles, para que comieran la parte media de los tallos que eran lo suficientemente suaves para ellos. Al final, acostumbraba llevar al campo a las ovejas y al ganado crecido, cuyos fuertes dientes podían masticar la parte inferior del pasto más cercana a las raíces.Tenía un gran valor físico y no le tenía miedo a ningún animal salvaje. En verdad, no le tenía temor a nada y a nadie, excepto a D-s. Y siempre cuando un león u oso atacaba a sus rebaños y manadas deseando agarrar a alguna oveja o vaca, David se lanzaba contra la bestia salvaje y la espantaba rescatando su presa.D-s, por lo tanto, dijo: "A quién puede tan fielmente cuidar a sus animales, a cada uno de acuerdo a sus necesidades, puedo ciertamente confiarle el cuidado de Mis ovejas santas, Mi pueblo." El profeta Shmuel estaba afligido enormemente porque el Rey Shaúl había defraudado sus esperanzas en la guerra contra Amalek y como resultado se había demostrado a sí mismo indigno de su corona. Pero D-s dijo a Shmuel: " ¡Termina con tus lágrimas! Anda a Bet'lejem y allí unge a uno de los hijos de Ishai como el futuro rey. El reino hebreo permanecerá con él y sus hijos y los hijos de los hijos por siempre, porque él es adecuado verdaderamente para esto." El profeta Shmuel vino a Bet'lejem e informó a Ishai del mandamiento de D-s. Ishai había traído a sus hijos ante el profeta de a uno a la vez. Shmuel deseaba ungir al hijo mayor, quién era buen mozo e inteligente y tenía un carácter noble. Pero D-s le dijo: "Este no es el escogido." Él, por lo tanto quería ungir al segundo, pero el aceite se desvaneció del cuerno de la unción, así el profeta Shmuel comprendió que este hijo, tampoco, no iba a ser el futuro rey. Y así sucedió con cada uno a la vez. Shmuel se encontró a sí mismo en dificultades. Comprendió que D-s estaba castigándolo por haber exclamado una vez: " Yo soy el que ve (profeta)" y ahora era incapaz de 'ver' quién iba a ser el futuro rey. " Tienes otros hijos?" el profeta Shmuel le preguntó a Ishai. "Sí", replicó Ishai, "mi hijo más joven, David, está en el campo, cuidando a mis rebaños..." Shmuel le pidió a David que lo trajera inmediatamente y, tan pronto como él se paró ante él, el aceite subió en el cuerno. Shmuel entonces escuchó la voz de D-s, declarando: "Este es el elegido que he escogido". Al oír esto el profeta ungió a David como el rey que iba a suceder a Shaúl y Shmuel volvió a casa. ¿Qué efecto tuvo esto en David? ? ¿Llegó a estar orgulloso? ¿ Se vistió a sí mismo con ropas reales? No ¡en absoluto! Volvió a sus ovejas. Pero un espíritu celestial lo rodeaba. Sus oraciones, sus Salmos y su música, llenas con el espíritu Divino, recorrieron y se extendieron a través de los cerros de Yehudá, y quién quiera los oyera sintió como si un alma nueva hubiese despertado en él. La persona triste se llenó de alegría; el deprimido sintió que su corazón revivía; quién había perdido la esperanza reganó su fe y todos exclamaron: " ¡Escucha, Es David, el hijo de Ishai, quién está cantando!" Y cuando el Rey Shaúl cayó en un estado anímico de desperación, le dijeron que había un joven maravilloso que al tocar el arpa y al cantar espantaba a todos los espíritus malos. Desde ese momento David acostumbraba a tocar y cantar ante el Rey Shaúl, calmándolo y consolándolo. Aún después, cuando el Rey David había ascendido al trono, siempre mantenía su arpa al lado de él. Exactamente a media noche una brisa ligera acostumbraba dar tirones a las cuerdas, y el Rey David se despertaría de su sueño, se levantaría de su sofá y compondría cantos dulces, sagrados conocidos por nosotros como los Salmos de David en alabanza a D-s. La fama del Rey David se extendió por las naciones vecinas. Se asignó a sí mismo la tarea de establecer la paz, y los reyes de los alrededores desearon hacer tratados de paz con él. Hacia el noroeste de la tierra de Israel estaba el reino de Tiro, famoso por sus artesanos, el gobernante del cual era Hiram. Hiram, rey de Tiro, envió a sus mejores constructores y artistas a levantar un palacio espléndido para el Rey David y para construir mansiones hermosas en la capital de Jerusalén. El Rey David debería haber estado contento, pero fue perturbado por el pensamiento, que, mientras su palacio y su ciudad capital eran ahora construidas con gran esplendor, la Arca Santa de D-s todavía se albergaba en una carpa, cubierta solamente por cortinas. David supo que Jerusalén iba ser el centro el cual uniría a los judíos en todas partes con la idea de un D-s, una Torá y un Pueblo. David, por lo tanto, decidió construir el Bet Hamikdash, el Templo Santo. Sin embargo, allí vino hacia él el profeta Natán, enviado por D-s, y dijo: "Tu buena intención viene de un corazón puro. No obstante, la tarea de construir un Santuario para D-s no te será dada ti. El Santuario será el lugar de la paz. Tú peleaste muchas batallas. Tus manos han tenido que derramar sangre en estas guerras, la sangre del hombre malvado, esto es verdadero, pero e pesar de todo, sangre humana. Por lo tanto no puedes construir el Santuario de la paz de D-s . Este deber santo será llevado a cabo por tu hijo, Salomón, cuyo reino será uno de paz (el nombre, Salomón, Shlomo, tiene su origen en la palabra hebrea 'paz', Shalom). El pondrá en práctica esta buena intención tuya". Naturalmente el Rey David tenía que aceptar la profecía de D-s, como fue dicha por la boca del profeta Natán, aunque sintió pesarosamente que sus ojos nunca verían la Casa de D-s en toda su magnificencia. Pero se regocijó que su hijo sería considerado digno del gran honor de construir el Templo Santo. A pesar del conocimiento que él mismo no iba tener una participación en este trabajo sagrado, David comenzó a reunir los materiales necesitados para la construcción así como el dinero para pagar por éstos. Todos los tesoros que había reunido durante su reino, oro, plata y cobre, piedras preciosas y madera, los había colocado al cuidado de un hombre llamado Shabuel, un descendiente directo de Moisés, quién fue designado para hacerse cargo de este tesoro. No solamente los materiales de construcción fueron preparados por el Rey David, sino también dispuso, con la ayuda del Sanhedrin, quiénes estaban inspirados por el espíritu Divino, el orden del servicio para el Kohanim y los Levitas. Así, el Rey Salomón después tuvo ante él una plan completo además de los materiales necesarios para la construcción del Templo Sagrado. David falleció en el Shabat que coincidió con la festividad de Shavuot, en el año 2924 ( 837 años antes de la era común). Su reino duró cuarenta años (2884-2924); los primeros siete años él reinó en Hebron sobre la tribu de Yehudá, y los restantes treinta y tres años en Jerusalén sobre todo Israel. Durante seis meses, sin embargo, estuvo en exilio durante la revuelta de Avshalom. El Rey David y los Salmos: No como un gran guerrero o poderoso rey David ganó el amor eterno de nuestro pueblo, y en verdad de todos los pueblos en la tierra, sino como el autor del Libro de los Salmos (Tehilim), la poesía más dulce de Israel. El Rey David continuó el aprendizaje tradicional de la Torá, siendo el sucesor espiritual del profeta Shmuel. Se rodeó a sí mismo por un grupo de profetas y eruditos y juntos estudiaron la Torá. No pensó de ninguna manera en las comodidades de la vida que su palacio majestuoso podía ofrecerle, y a diferencia de otros reyes se levantaría antes que el sol para orar y cantar salmos de alabanza a D-s, el Rey de todos los reyes. Los Salmos e himnos de alabanza al D-s Todopoderoso, Creador del Universo hablan de la grandeza de D-s, Su bondad y misericordia; Su poder y justicia. David vacía su corazón en estos Salmos y confiesa su confianza más sincera y más pura en D-s sólo. Gran parte de los Salmos son oraciones y súplicas a D-s las cuales el rey David oró, en tiempos de problema. Algunos salmos contienen consejos buenos, mostrando la manera de la felicidad verdadera a través de la virtud y el cumplimiento de los mandamientos de D-s. Así los Salmos reflejan todos los incidentes diversos que pueden suceder en la vida, tanto al individuo y a la nación entera judía. En verdad, en la historia de David, su exilio, persecución, luchas, y eventual triunfo, el pueblo judío, colectiva e individualmente, encontraron un ejemplo y profecía de su propia vida. No es extraño que el Libro de los Salmos haya servido a través de todas las edades como una fuente ilimitada de inspiración, coraje y esperanza. No todos los Salmos fueron compuestos por el rey David. Algunos fueron compuestos por Adam, Shem, Abraham y Moisés. El Rey David los reunió a todos y agregó los salmos de su propiedad los cuales había compuesto por inspiración Divina. El Libro de los Salmos se divide en cinco partes, paralelo a los Cinco Libros de Moisés. Es después subdividido en siete partes, uno para cada día de la semana, y después se dividió en 30 divisiones, para cada día del mes. Muchos judíos tienen el hábito de decir una parte de los Salmos cada día después de las oraciones de la mañana, así completando todos los Salmos en el curso de una semana o mes.

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