En años del siglo XIX, escritores, artistas plásticos en Europa y Estados Unidos, pero sobre todo en Francia, vivieron un auge de la experimentación con sustancias alucinógenas, principalmente el opio y el hachís.
En 1844, un grupo de artistas entre los que se incluyen nombres de verdad grandes de las letras francesas como Charles Baudelaire, Alejandro Dumas, Theophile Gautier, para mencionar algunos, fundaron una sociedad en París a la que nombraron Le Club des Hashishins, (el Club de los Hachichins), nombre inspirado por supuesto, en la leyenda de Hassan. El club estaba dedicado a compartir experiencias con el uso y y abuso de la resina del cannabis, el charas indio, en la creación artística.
Estos artistas fueron los primeros que le hablaron abiertamente al mundo acerca de las exóticas drogas orientales y sus efectos en cuerpo y mente. Entre los libros más célebres y polémicos –sólo hace falta ver los títulos–, de los miembros del club, precursores y seguidores están:
“Confesiones de un Devorador Inglés de Opio”, del poeta inglés Thomas de Quincey;
“Los Paraísos Artificiales”, del poeta francés Charles Baudelaire; y
“El Devorador de Hachís”, del escritor estadounidense, Fitz Hugh Ludlow.
Estos creativos seres fundaban así una tradición en el arte culto y popular de occidente, ejemplo que fue retomado tiempo después, entre otros, por la generación beatnik (Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs, por ejemplo), los músicos de jazz en Estados Unidos y claro, muchas estrellas de rock, aunque el inventario de drogas usadas vaya ahora más allá del opio y el cannabis.
Esta exploración creadora no eximió a muchos de ellos de sufrir los efectos perniciosos que pueden causar drogas como el opio o el hachís, sustancias extraordinariamente potentes y de mucho respeto, pues su uso continuado puede conducir a la locura y arruinar cualquier vida, por más artistas que se sea.
Sin duda las experiencias de estos artistas, tanto en en siglo XIX, como el XX, y el actual, han puesto su grano de arena en la mala fama (o buena fama, según el punto de vista) de una droga como el hachís, y el cannabis en general, aunque, como ya mencionamos, la marihuana no es una droga ni de lejos tan poderosa como el primero.
Fuente TabascoHoy
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